Marycarmen Soria
El pasado domingo 26 de febrero, nuevamente se llenó el zócalo con camisetas de color rosa y blanco, con el grito de “A eso vine a defender al INE”, al mismo tiempo en docenas de ciudades se llevaron a cabo también marchas locales, es la segunda vez que este tema reúne a miles de ciudadanos, en especial a la clase media que es más difícil de motivar, generando una tendencia que provoca un antiguo sentimiento de algo que ya pasó en el año 2006, cuando el país se dividió, como un dèjà vu.
En aquel año, los seguidores de AMLO y los partidos de oposición llenaban el zócalo, los gritos eran al gobierno federal en turno, exigiéndole que los contaran bien, definiéndolos como espurios, traidores, corruptos y muchas cosas más, en respuesta el gobierno federal se atrincheraba con vallas, los minimizaban, decían que eran muy pocos los que se concentraron en el zócalo, que eran resentidos sociales y no respetaban las reglas ni leyes, en la práctica todo se reducía a dos grupos que vivieron al país en los que la oposición y AMLO en contra o versus los privilegiados y el gobierno, o eras de uno o de otro, estabas con un grupo o en contra del otro.
Hoy podría decirse que se está repitiendo el mismo fenómeno social y político, dos grupos mayoritarios, unos en la oposición y otros en el gobierno, sin que nadie haga una revisión de su papel histórico y actual, nadie reconoce lo que se hizo mal, nadie se hace cargo desde su posición de los grandes problemas que afectan a los mexicanos, la economía, la inseguridad, la corrupción, los asesinatos, la falta de medicamentos, los fideicomisos extintos, la falta de funcionarios y políticos serios y responsables, la violencia contra la mujer, pero cómo esperar algo en este tema, cuando las mismas mujeres senadoras feministas, se insultan, agreden y amenazan en plena sesión del Senado.
Por ello, el hecho de que un gran número de ciudadanos se haya organizado y manifestado en torno a un tema, con agenda propia, puede ser una buena señal para que surjan liderazgos que llamen a la unidad, al orden y a la empatía, para lograr rebasar y mantener la organización en una agenda político social que vaya más allá de solo estar en contra de lo que diga el presidente, que sea una agenda de los temas que a muchos mexicanos les interese, de un nuevo proyecto de nación, apegada a resolver los grandes problemas del país que sufrimos todos.
Dejar atrás la división y caminar a la unidad, a la identidad, a la seguridad, al respeto, a la impartición de justicia, a la modernidad, al respeto de nuestras raíces y a la sana convivencia política, a que los ciudadanos se empoderen.
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