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Rolando Daza

Apunte:

El fenómeno de movilidad social genera situaciones que luego son difíciles de explicar. Si para los jóvenes es complicado conseguir un trabajo que les ayude a mejorar su economía y su perspectiva social, para las mujeres, las oportunidades de movilidad social son menores.

Las mujeres, desde niñas, dedican 28 horas semanales a las labores domésticas o de cuidado de la familia, contra las seis horas a la semana que destinan los hombres. Reportes del Centro Espinosa Yglesias (CEEY) revelan que, si una mujer nació en pobreza, tendrá una probabilidad 6% menor que un hombre de escapar de esa condición y si creció en un hogar de mayor riqueza, tendrá una probabilidad 14% menor que un hombre de mantenerse ahí.

Si nuestro estado produjera un sistema efectivo de atención a la familia, este fenómeno pudiera reducir y mejorar la perspectiva futura de los niños. Sí las mujeres pudieran acceder a un sistema estatal de cuidado, como guarderías, por ejemplo, el 63% superaría la pobreza.

Si observamos el escenario del país, la disminución de la matrícula escolar y la deficiencia de la calidad de la educación básica, obstaculizan la movilidad social de los jóvenes. Ahora, los salarios de los egresados universitarios no han aumentado desde hace 10 años, sin embargo, consideran los investigadores, que estudiar una carrera todavía disminuye la probabilidad de obtener trabajos menos precarios que sus padres, pero esto no alcanza para mejorar su futuro. Nueve de cada 10 logran un nivel educativo mayor que el de sus padres, sin embargo, el 52% no concluye la secundaria y en promedio obtiene un salario de $5,000.

Una situación más que subraya el fenómeno. Por la pandemia se generó una crisis laboral, afectó en mayor medida, a las personas de 16 a 24 años. Un estudio del CEEY señala que, entre el primer trimestre de 2019 y el mismo periodo de 2020, el porcentaje de menores de 25 años que dejó de trabajar subió de 25.8 a 56.9%.

La pérdida de empleo provoca perder acceso a servicios de salud. En México, los jóvenes de 15 a 24 años con seguridad social laboral pasaron del 24% a 13.5% en el tiempo alusivo. Aunque estos indicadores se restablecieron en 2022, el análisis advierte que no es suficiente para evitar en el largo plazo “efectos sobre el bienestar de las futuras generaciones”.

Lo anterior, debido a que, en los dos primeros años de la pandemia, la movilidad social de los jóvenes de 15 a 24 años registró uno de los mayores descensos.

En nuestro México, los jóvenes están alcanzando mayor nivel de educación, de formación, sin embargo, para obtener un mejor futuro no es suficiente. La sociedad y los gobiernos debemos voltear a ver esta situación y producir soluciones que impacten en los jóvenes y sus vidas.

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