Rolando Daza
Apunte:
En la política mexicana, la historia no es algo relevante. Se ha pasado por diversos momentos donde la concentración del poder se ha ejercido sea en el porfiriato, en el caudillismo, en un partido o en el presidencialismo. Todo bajo la simulación de la creación de una democracia.
Durante estos periodos políticos no se ha podido mantener un crecimiento económico sostenido que beneficie a millones de personas. En los últimos 30 años se logró contener la inflación, se alcanzó la estabilización macroeconómica después de diversos tropiezos financieros, se incorporó a los sectores productivos a los mercados más grandes del mundo, sin embargo, todo ello no ha beneficiados a la población y ahora se “gasta” en programas sociales orientados a las personas en situación de pobreza (bueno, eso se señala).
Tratar de explicar lo que sucede en el país en periodos autoritarios, sería poco sustentable para considerar un México diferente al que se venía desarrollando. El país sigue moviéndose, llegará inversión, el consumo seguirá, pero las normas y leyes son distintas.
Se ha intentado construir una democracia donde en el sistema de gobierno, el poder resida en el pueblo, quien lo ejerce directamente a través de representantes elegidos mediante procesos electorales libres, justos y periódicos. La democracia se fundamenta en principios como la igualdad, la libertad, la participación ciudadana, el estado de derecho y la separación de poderes.
Ante ello, la sociedad civil en nuestro país debería desempeñar un papel fundamental para la democracia, ya que es la vía a través de la cual los ciudadanos pueden influir en la toma de decisiones, supervisar el poder público y promover la defensa de los derechos y valores democráticos. La participación de la sociedad civil contribuye a fortalecer la democracia al asegurar que las instituciones sean más transparentes, inclusivas y responsables.
El fortificar nuestra democracia debe ser un esfuerzo continuo. Requiere compromiso para garantizar que las instituciones funcionen, los derechos se respeten y las decisiones públicas reflejen las necesidades y aspiraciones de toda la sociedad.
Por lo pronto, tanto en México como en Estados Unidos se mantienen o llegan gobiernos que, si bien atienden lo que las sociedades desean, la voluntad de un solo hombre define las actuaciones del gobierno. Esto volverá a suceder con Donald Trump al igual que en México sucedió con AMLO, liderazgos personificados por la figura de un solo hombre.
La democracia está en crisis, influyen muchos factores nuevos que han alterado la organización social, como la tecnológica y las comunicaciones. Hoy, el problema no está en ocultar la información, sino en el desbordamiento de datos que frena un análisis cualitativo de lo que trastornará la vida, frente a lo que simplemente nos alborota durante un par de minutos e incluso horas.
Evitemos confundirnos, tener la capacidad de denunciar los errores de los gobiernos no exime la responsabilidad de que éstos funcionen bien. La situación no es cambiar la organización social del país, el problema es que la sociedad civil no sabe cómo contrarrestar la voluntad inequívoca de un solo hombre. Desconocemos qué hacer para poder enfrenar los intereses y deseos de líderes que creen que su voluntad es la única que debe prevalecer.
Este 2024 que acaba para México ha sido impresionante. Preparémonos para ver cómo seguirá en el 2025 la vida y la historia a partir del 6 de enero. ¡Feliz Navidad! ¡Nuevas oportunidades se generarán!