A medida que se acercan las elecciones presidenciales de 2030, la disputa interna por la candidatura de Morena se perfila como una de las más intensas y estratégicas de la historia reciente del país. Dos nombres destacan como los principales contendientes: Andy López Beltrán, hijo del ex-presidente Andrés Manuel López Obrador, y Marcelo Ebrard, actual secretario de Economía del gobierno de Claudia Sheinbaum
Andy López Beltrán, a pesar de su inexperiencia , ha ganado relevancia dentro de la política mexicana gracias al poder que detenta dentro del partido. Al ser hijo de AMLO, tiene un acceso directo a las estructuras internas de Morena y una fuerte base de apoyo, especialmente entre los seguidores de la 4T. La cercanía con su padre, quien a juicio de algunos dejó un “legado político” en México, le proporciona una ventaja considerable. Además, controla importantes sectores dentro de Morena, lo que le permite consolidar su liderazgo y posicionarse como la figura ideal para continuar con el proyecto de la 4T.
En contraste, Marcelo Ebrard se ha consolidado como una figura de renombre en la política Mexicana. Con una carrera marcada por su habilidad para negociar y su experiencia tanto en el ámbito diplomático como en la gestión económica, Ebrard ha logrado posicionarse como un político pragmático. A lo largo de los años, ha cultivado alianzas con sectores empresariales, incluidos algunos de derecha, lo que le otorga un perfil más moderado y atractivo para un electorado más amplio. Su relación con el empresariado y su capacidad para manejar temas internacionales le dan una ventaja para gobernar en un contexto globalizado y económicamente incierto.
La disputa entre Andy López Beltrán y Marcelo Ebrard no solo será una batalla interna por el control de Morena, sino también una competencia por definir el futuro de la 4T. Mientras que Andy representa la continuidad del legado de su padre, Marcelo podría atraer a votantes que buscan una opción más flexible y negociadora, capaz de unir a diversos sectores del país.
Ambos tienen sus fortalezas, pero también sus retos. Andy depende de la lealtad interna de Morena y del apoyo de su padre, mientras que Ebrard debe fortalecer su relación con las bases de la 4T sin alejarse de sus aliados empresariales. En resumen, la contienda de 2030 será un enfrentamiento de poder, donde Ebrard tiene la posibilidad de operar con el Gobierno de Estados Unidos y López Beltrán el cobijo de su poderoso padre.