Algo pasa con los jóvenes

Marycarmen Soria

El mundo ha cambiado en muchas cosas de manera muy rápida e impresionante, pero hay algunas instituciones que después de la pandemia y en los últimos años están teniendo problemas para recibir a los jóvenes y maestros, dándose una deserción escolar por diversas circunstancias en un alto porcentaje a nivel secundaria y media superior en los municipios de León, Irapuato, Celaya y Dolores Hidalgo. Así como maestros con grandes retos por superar a la hora de impartir clases y relacionarse con sus alumnos y padres de familia.

Los jóvenes no están encontrando espacios que les sean tan atractivos como lo virtual, muchos se llevan mal con la disciplina y la cultura del esfuerzo, actualmente se ha desencadenado un debate entre varios profesores de universidades públicas, a raíz de que un profesor que fue despedido de una universidad privada de Nueva York, al que despidieron porque sus alumnos se quejaron de que era muy estricto y que los suspendía seguido.

Los maestros con más de 20 años de experiencia en la docencia, manifiestan que el alto porcentaje de suspensión es en la mayoría por conductas no positivas de los alumnos, que no leen el temario, ni van a clase, ni se presentan a los exámenes, más dos fenómenos nuevos: falta de comprensión lectora y un bajo nivel de tolerancia a la frustración, lo que puede llevar a que se baje el nivel académico, y los jóvenes pierdan la oportunidad de encontrar en las escuelas el conocimiento necesario para ser productivos y útiles a la sociedad.

Es aquí donde todos deberíamos de estar preocupados y ocupados, ya que en esta pandemia se demostró que se necesitan más profesionistas o técnicos preparados, con ética; nadie quiere ser atendido por un doctor, dentista, arquitecto, abogado, contador mal preparado.

La idea de que nadie se quede atrás, que no se les exija, mal gestionada, incentiva a los alumnos presos de la indiferencia y el mínimo esfuerzo, en vez de estimular a quien lo merece para que se mida con los mejores, dándole todas las oportunidades.

Quizá el problema está en que muchos jóvenes no deberían estar en la preparatoria porque no les interesa, porque no están preparados o por ambas cosas. También caben en esta ecuación los profesores que no están preparados para enseñar a una generación, la Z, que muestra dificultades para concentrarse más allá de los dos minutos, que nadie está ocupado en esta realidad, que se necesita del compromiso y actuar de maestros, autoridades escolares y de gobierno, alumnos y padres de familia.

Todo esto en medio de una crisis de valores, inseguridad, crisis económica y política, nuestros jóvenes no la tienen fácil.

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