Ante el desastre nacional ¿qué hacer?

Juan Miguel Alcántara Soria

¿Qué hacer ante tanta destrucción? Me preguntan. Ante entorno de mentiras diarias del presidente (más de 100 promedio) y de otros actores; de ideologización y división; de destrucción de instituciones, y de desprecio a la Ley.

Apunto 4 ideas iniciales.

(a) Condición posible y necesaria es formar y formarnos como personas, en lo indispensable, lo cual supone: 1º pensamiento ordenado; 2º pensamiento crítico: “capaz de preguntar, en serio, si pensamos o no con verdad o con error, y por qué”; 3º expresión oral; 4º expresión escrita: “dado que la expresión de la palabra va tan íntimamente unida al pensamiento que sólo podemos resolver, en serio, los problemas que podemos verbalizar bien”. Conciencia histórica, experiencia estética y cooperación social. Y vincular formación intelectual con formación moral. Las democracias exigen demócratas; y éstos solo pueden ser ciudadanos capaces de pensar, deliberar y decidir con visión ética del bien común. Nuestro sistema educativo –formal e informal-, y de información está quebrado. Esto favorece a populistas y manipuladores, como la decepción ciudadana con resultados de nuestra joven democracia.  Un Informe de Artículo 19 (marzo 13) establece: “El gobierno federal ha desplegado una estrategia de desinformación dentro de su política de comunicación social, la cual se acompaña de la cancelación efectiva de los procesos legales de acceso a la información, así como del ataque a voces críticas a las que identifica como adversarias”. AMLO está empeñado en dividirnos en dos polos, sin pensamiento ordenado ni crítico; indispuesto a preguntar si piensa con verdad o con error. No ocupa pruebas, acusa, reclama, miente, buscando la emoción colectiva de sus fanáticos, no su racionalidad. Por su “pensar” la ciencia, la política, las instituciones o la ley. Sus bases de apoyo son mayores de 50 años (70%), los nivel de educación básica (67%), y mujeres (65%). Reto enorme por atender.

(b) Es imperativo reconozcamos a la otra, al otro y a los otros; todas y todos. A los diferentes, que no son mi -o nuestros- enemigos. Somos semejantes en dignidad, libertades y derechos. Compatriotas todos con pasado, presente o futuro comunes, y al mismo tiempo diferentes. Desde el siglo XX somos una sociedad plural, compleja. Lo que AMLO se niega a reconocer. Por eso es incapaz de dialogar y cooperar con los que piensan y hablan diferente. Hasta a sus secretarios ordenó cero diálogo con los ministros de la Suprema Corte. No repitamos estas actitudes. Pensando y hablando bien, veamos juntos nuestra compleja realidad; elaboremos diagnósticos, propongamos soluciones, a partir de coincidir en lo importante, sin desconocer diferencias y pendientes. La sociedad civil, con sus múltiples asociaciones y grupos, es más rica y productiva que la sociedad política o Estado. Hay que integrarnos en las asociaciones afines. Esa pluralidad irá más allá de las coyunturas electorales-partidistas.

(c) Al INAI también hay que defenderlo. Usando las instancias de acceso a los datos públicos de municipios y estados, dada la opacidad de alcaldesas. alcaldes y gobernadores. Exijamos transparencia y rendición de cuentas en lo local. Y denunciemos información falsa o no sustentada con datos oficiales.

(d) ¿Y qué hacer con los partidos de oposición, hoy extraviados?  Exijámosles sean real alternativa ante la 4t. Salgan de su mediocridad y valemadrismo del bien común. Dejen de ser redes de intereses bastardos de mafiócratas. Sean escuela e instrumentos de la ciudadanía (lo que el PAN era). Presenten diagnósticos, soluciones y candidatos confiables. Desde la sociedad civil pensar y expresar ideas y perfiles creíbles, y formar alianzas en lo local como en lo nacional. La oposición somos, sobre todo, los millones de mexicanos que superemos el hartazgo con la 4t y la partidocracia, atinando a pensar, deliberar y decidir lo conveniente al bien común, con cooperación social.

La realidad y calidad de nuestra democracia depende de todos, no principalmente de los partidos, a los que podemos tirar a la basura y formar otros que sí nos representen. Es el qué-hacer nuestro, ciudadano.

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