Celebrando el 20 de noviembre

Alejandro Martínez

Consejo Directivo Colegiado

Universidad Instituto Irapuato

Dentro de unos días se cumplirán 112 años del celebrado inicio de la Revolución Mexicana y creí pertinente compartirles una reflexión que ha rondado mi mente en últimas fechas.

En meses recientes he estado leyendo a algunos historiadores que me han hecho cuestionar lo que yo creía saber sobre la historia de México, la historia oficial. Este cuestionamiento, pienso, me ha hecho entender un poco mejor el comportamiento de las sociedades y, en consecuencia, el de las personas que las integran.

Sobre la Revolución Mexicana nos dicen que fue una lucha social, la primera de su tipo en el siglo XX, donde el pueblo se levantó en armas en contra del gobierno dictatorial del General oaxaqueño Porfirio Díaz Mori.

Un momento histórico en el cual, según nos dice la historia oficial, y resumida de manera muy simplista, el pueblo estaba harto de la mala impartición de justicia, la amplísima brecha de desigualdad donde la gran mayoría vivía en pobreza y una pequeña minoría era poseedora de una gran riqueza. Y desde luego el poder estaba acumulado en unos cuantos, encabezados por el régimen presidido por Díaz.

Los campesinos, a la par de no poseer tierras para trabajar, vivían en muy malas condiciones laborales. Los obreros, por su parte, sufrían extensas jornadas laborales a cambio de un salario injusto, miserable.

Nos dicen también que la gesta histórica terminó en 1917 con la promulgación de nuestra Carta Magna, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Nos cuentan que los principales actores de esta gesta fueron Francisco I. Madero con su lucha por la democracia y el anti-reeleccionismo. Emiliano Zapata, el llamado “Caudillo del sur”, encabezando la lucha agraria. Doroteo Arango, alias Pancho Villa, luchando en el norte contra la injusticia social. Y también Venustiano Carranza, el cual impulsó la creación de la Constitución de 1917 al ser Presidente de México y con ello… terminó la Revolución, el cambio estaba en franca marcha.

En esta fecha tan significativa para el pueblo mexicano quiero invitarlos a reflexionar sobre la pertinencia del festejo y pregunto ¿Qué tenemos que celebrar? Antes de buscar una respuesta a esta pregunta quiero comenzar aclarando un punto. 

Una Revolución es definida como cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una sociedad nacional.

Partiendo de la anterior definición me pregunto, a más de un siglo de distancia ¿Hubo un cambio profundo en las estructuras políticas de México? ¿Lo hubo en las socioeconómicas?

El punto que sí es indiscutible es que el movimiento social fue muy violento, aún después de 1917, muchos años después. Fue una guerra civil iniciada, formalmente, por una convocatoria de Madero al levantamiento de armas para un 20 de noviembre de 1910; seis meses después, el 25 de mayo de 1911, renuncia Porfirio Díaz (a sus 80 años) y se va del país. La dictadura termina y Madero, el demócrata, se convierte en Presidente y entonces la violencia continúa y crece. 

Después de este “triunfo” de la democracia deviene una lucha por el poder, la lucha para vencer a un caudillo aferrado en el poder por tres décadas se transforma en una lucha de caudillos por tomar su lugar, una época de traiciones. Zapata se levanta contra Madero, el General Huerta traiciona a Madero y toma el poder. Carranza se levanta, derroca a Huerta y toma el poder. Carranza acaba con Zapata y lucha contra Villa. El General Álvaro Obregón, luchador al lado de Carranza, le traiciona y toma el poder. Plutarco Elías Calles, compañero de lucha de Obregón, termina con Villa. Calles traiciona a Obregón. Calles el Jefe Máximo funda el Partido Nacional Revolucionario (PNR), antecesor del PRI, lleva al poder a otros presidentes, incluyendo a Lázaro Cárdenas; el cual le traiciona y lo expulsa del país. Cárdenas funda el PRI y el resto de la historia es bien conocida, se establece la dictadura de un partido hasta el año 2000.

Pero, ¿Qué pasó con la lucha revolucionaria que dicen terminó en 1917 con el triunfo de la democracia plasmada en nuestra Constitución? La realidad es que una lucha de 6 meses por el derrocamiento de un dictador con tres décadas en el poder, con el fin de instaurar la democracia, se convirtió en una guerra de caudillos que duró más de 2 décadas para después imponer una dictadura de partido que duró 7 décadas más. Esa Revolución (1910-1917) ¿Logró, como pregonaba, desconcentrar el poder acumulado en unos cuantos abriendo la puerta a la democracia?

La anterior es solo una de las reivindicaciones de la Revolución Mexicana, ¿qué pasó con las otras a 112 años de distancia? ¿Cuánto se ha acortado la brecha de desigualdad económica? ¿Cómo estamos en cuanto a la impartición de justicia? ¿A los campesinos ya “les hizo justicia la revolución”? ¿Los obreros ya reciben salarios justos? Reflexionando sobre estas preguntas deberíamos hacerlo sobre esta última ¿Celebramos la Revolución Mexicana?

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