Rolando Daza
Apunte:
Se hizo historia en México, con una toma de protesta y un discurso en el Zócalo lleno de simbolismos. No solo porque Claudia Sheinbaum Pardo hizo historia al convertirse en la primera mujer presidenta de México, sino por observar cómo las personas del movimiento que votaron por ella la envolvieron. En su discurso se rescata la parte emotiva, la referida al tema de las mujeres. Comenzó desde las bisabuelas, y continuó hasta el presente. Así México es el primer país en América del norte en tener a una presidenta. Y la presidenta destacó a quienes, antes que ella, crearon las condiciones para que se diera el evento histórico.
Otros elementos simbólicos fueron las Fuerzas Armadas, quienes se cuadraron ante su primera Comandanta en Jefe y AMLO, quien terminó concordando también ante su sucesora, la cual se deshacía en elogios y loas para él (aunque señaló que ahora debe ir a descansar y alejarse de la política).
La presidenta, de acuerdo a la semiótica, vistió de blanco, sin nada marrón, y aprobó la nueva imagen institucional en el mismo color neutro y limpio; en su mensaje no permitió la entrada de ideas que no sean de la 4T, no se presentó un llamado a la concordia nacional, luego de un sexenio que fomentó la división. Tampoco ningún reconocimiento a la pluralidad política que existe en el país. Dio la sensación de ser excluyente, no tender puentes a la oposición para el diálogo. Sheinbaum perdió una oportunidad para decir al país a dónde quería llevarlo. Faltó un hilo conductor que emocionara a todos y animara a la ciudadanía llena de heridas por la intimidación, que busca una reconciliación nacional, donde la Presidenta escuche a todos sin distinción ni condición.
Claudia Sheinbaum vive esa luna de miel que son los primeros 100 días de su mandato, lapso durante el cual casi todo es perdonado a los presidentes. Estamos en días de promesas. Por lo pronto, la presidenta señaló dos de sus reformas. Se trata de las reformas para impedir la reelección en cualquier cargo de elección popular, que erradica el nepotismo. Y una que viene del sexenio pasado. “En acuerdo con las y los empleadores iremos alcanzado, paulatinamente en el sexenio, la semana de 40 horas” de jornada laboral.
Por lo pronto, debe atender lo apremiante: Acapulco, Sinaloa, Chiapas. También la urgente necesidad de salud y energía (electricidad limpia), y no “quitar el ojo” a temas de la economía y presupuesto del país, viene un cierre de año difícil.
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