Rolando Daza
Apunte:
Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo -me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte». Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aún después de que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas…
Comentar temas diferentes a lo que escuchamos diariamente, ayuda a hacer más amigable la cotidianidad. Hoy, las pantallas de la casa nos brindan la oportunidad de recordar grandes temas. El primero es el gran libro de Juan Rulfo, Pedro Páramo, se transmite por Netflix.
Pedro Páramo fue publicado en 1955 por el Fondo de Cultura Económica. La novela se basa en un lenguaje figurado, del hijo que regresa para buscar a su padre. La historia de Juan Preciado, el hijo, habla de la muerte, un tema que en México es mágico gracias a nuestras tradiciones; también doloroso si lo trasladamos a la realidad violenta que, por desgracia, se presenta en el país actual.
El contraste es patente en Pedro Páramo, con su historia narrada a través de voces de fantasmas que pasan por vivos hasta que el lector, junto a Juan Preciado, se percata de que algo no es “normal” en ese Comala carente de porvenir, ese Comala arrasado por la Revolución Mexicana, los Cristeros que dominan la hacienda de la Media Luna, y la negligencia de Pedro Páramo, quien es propietario de casi todo el pueblo. Cuando muere Susana, su eterno amor no correspondido, Pedro resiente la indiferencia de su comunidad y anuncia: “me cruzaré de brazos y Comala morirá de hambre”.
Pedro Páramo habla de muerte, de los recuerdos, del dolor que estos producen y que motiva las acciones del protagonista y de los personajes secundarios; Juan Preciado comienza su viaje guiado por las memorias de su madre sobre un lugar que hace mucho tiempo dejó de existir como ella lo recordaba.
La relevancia de Pedro Páramo es innegable. Es una alegoría de nuestro país, pobre, estéril, de la religiosidad, del encanto del poder, de la diferenciación del padre y de la madre, y del amor. La obra cumbre de Juan Rulfo obtiene un nuevo aire gracias a la adaptación que hacen a la novela. El impacto que tuvo en la literatura es permanente, estableció los cimientos del realismo mágico y precursor del boom latinoamericano, son revalorizados ante la nueva película de Netflix, dirigida por el ganador del Oscar, Rodrigo Prieto, quien permite ver y escuchar la novela de Rulfo en sus narraciones y en sus laberintos. Además, hay que resaltar las actuaciones femeninas y en particular la de Manuel García Rulfo en el papel de Pedro Páramo.
Escritores como Jorge Luis Borges, Gabriel García Márquez, Günter Grass, Susan Sontag y Mario Vargas Llosa, entre muchos más de cualquier lengua, coinciden en calificar esta novela como una de las obras maestras de la literatura de todos los tiempos.
La otra gran novela llevada a Netflix, es Cien Años de Soledad. He leído la novela de Gabriel García Márquez tres veces. Recientemente, releí el libro a raíz de la adaptación que estrena Netflix, algo emocionante.
Publicada en 1967, escrita en la Ciudad de México en los sesenta, Cien Años de Soledad transcurre en Macondo, un pueblo imaginario de Colombia que realmente existe. El libro comienza con el personaje del coronel Buendía en una de las frases iniciales más seductoras de la literatura: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”. De esto podríamos deducir que el protagonista del libro es el coronel Aureliano, pero no, aquí la protagonista es la familia Buendía.
La novela cuenta la historia de esta familia a lo largo de siete generaciones. Se remonta a José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán, que encontraron Macondo en medio de la selva, y termina 100 años después con el bebé Aureliano, el niño maldito que nació con cola de cerdo. Cien años de soledad es divertida, trágica, sensual y política. La novela explora el tiempo cíclico, la metaficción, los tabúes sociales, la historia de América Latina.
Los Buendía están enredados en apasionados amoríos, impulsados por sus obsesiones, perseguidos por sus secretos. Los miembros de cada generación repiten a las decisiones destructivas de la anterior, a los patrones de comportamiento con los que se han criado y en los que se han encerrado.
Hay magia en Macondo, pero en la novela de García Márquez la magia rara vez justifica la sorpresa o la emoción. Cuando José Arcadio Buendía descubre la fórmula alquímica para convertir los metales en oro, su hijo se apresura a decirle que su lustroso tesoro parece “mierda de perro”. Una descendiente de los Buendía, Remedios la Hermosa, es tan incomprensiblemente atractiva, y su aspecto tan puro y sobrenatural, que asciende al cielo, como Jesús. A diferencia de Jesús, su ascensión no se produce tras una crucifixión y resurrección, sino mientras saca la colada.
Cien años de soledad también ha inspirado a una generación de autores de realismo mágico de fama internacional, como Salman Rushdie, Isabel Allende, Eka Kurniawan y Haruki Murakami. Y así, el realismo mágico de Pedro Páramo y de Cien Años de Soledad plantea otra cuestión: ¿puede lo cotidiano ser también mágico? Disfruten estas películas y si tienen deseos, lean estos magníficos libros.