Marycarmen Soria
Las diferencias regionales en México representan uno de los problemas más complejos de nuestra realidad. La industria manufacturera de exportación se concentró en algunos estados del país, principalmente en la franja que corre de Querétaro y Guanajuato hacia la frontera con Estados Unidos.
De acuerdo con el informe de INEGI, publicado en junio, con cifras de febrero de este año, las entidades que presentaron los ascensos más significativos en su producción industrial, en términos reales, fueron: Baja California Sur, Quintana Roo, Tabasco, Oaxaca, Nayarit, San Luis Potosí y Chiapas, además de los estados sureños mencionados, se observa un crecimiento, entre 2018 y 2022, en Baja California, Hidalgo, Nuevo León y Yucatán; y, en menor medida, Sonora, Jalisco, Chihuahua y Guanajuato.
Todo ello muestra que la inversión pública ha generado crecimiento, pero aún es un fenómeno incipiente que no ha logrado modificar sensiblemente la pobreza y la informalidad laboral que representa casi el % de la población, sin ningún tipo de seguridad social, por ello se trata de un proceso que apenas empieza y que no necesariamente está provocando un bienestar generalizado, quizás sólo “islas” de prosperidad dentro de una región. Una brecha que genera desigualdad e inseguridad
La brecha regional significa una brecha económica, social, en educación, seguridad, cultura, acceso a la salud, a la tecnología y generacional, que pueden seguir creciendo si nos atenemos la necesidad de fortalecer la inversión pública en infraestructura productiva y, destacadamente, en bienestar social (educación, salud, cuidados, protección del medio ambiente, ordenamiento urbano), sin mencionar que se suma también la brecha en tecnología, se necesita fomentar la inversión pública con una conducción responsable del Estado y con la participación de la población afectada por las obras en curso y las que se decidan en el futuro.
Nuevamente, a pesar de nuestras diferencias, de nuestro desencanto y desconfianza a los Partidos Políticos, al gobierno y sus gobernantes, se necesita que los ciudadanos se empoderen y vuelvan a retomar el papel fundamental que es la participación en las decisiones de gobierno, así como exigir la rendición de cuentas y la transparencia.
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