La presidenta de México, guerrillera en Colombia

Juan Miguel Alcántara Soria
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, vino a la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum, y declaró: “Claudia es, fue miembro del M-19. Es decir, que para quienes no quieren dos tazas, ahora el M-19 ha dado dos presidentes en América Latina”. Sabido es que Petro fue guerrillero y hoy es presidente. Lo que muchos no sabíamos de Claudia: integrante de la guerrilla colombiana M-19, en los años 80. ¿Qué significa dato biográfico? ¿Empuñó fusil? ¿Qué alcances lo de dos tazas? De su biografía sabemos que nació en 1962, que sus padres actuaron en movimientos de izquierda en los 60s (su papá en el partido comunista mexicano). Claudia estudió en el CCH, donde se movilizó con estudiantes rechazados por la UNAM. Fue integrante del Consejo de Estudiantes de la UNAM, CEU, luego brazo juvenil del PRD. Se casó en 1987 con Carlos Ímaz, exhibido recibiendo del argentino Carlos Ahumada bolsas de dinero ($350 mil pesos en total), supuestamente para el PRD de Rosario Robles. Claudia testificó a favor de su esposo y empinó a Rosario, lo que Obrador premió. ¿Cuándo y cómo sus tiempos en guerrilla?
De Petro se sabe que entró en 1978, con 18 años, en el Movimiento 19 de Abril (M-19, por el día de elecciones presidenciales en las que un militar populista, estilo Perón, expresidente de facto antes, denunció fraude electoral en Colombia). Grupo guerrillero que buscó el poder vía las armas, como las FARC. Su acción más impactante, la toma del Palacio de Justicia, en 1985: más de 100 muertos y desaparecidos, entre ellos 11 ministros de la Suprema Corte. Responsables: el M-19, el presidente Betancur y Ejército de Colombia, según la Comisión de la Verdad colombiana. (Lodos de esos tiempos: referir fraude electoral, protagonismo militar, dañar la Corte).
La presidenta debe explicaciones al pueblo por esa incursión develada por el presidente de Colombia. ¿Es válido optar por la vía violenta, en lugar de la pacífica, para el cambio de estructuras injustas?
En México y otros lares, en los 70s y 80s, surgieron guerrillas admiradoras del Che. A la par de crisis de los modelos desarrollista, y populista (Echeverría-López Portillo, la docena trágica, de 1970-82, referentes de AMLO). Ambos modelos autoritarios. Vino parcial rectificación de De la Madrid y Salinas.
Revisando el catecismo marxista-castrista, la vía violenta es atajo para el cambio de estructuras opresoras. Sus premisas: la Ley -el estado de derecho- es una superestructura: expresión del dominio de la burguesía sobre el proletariado. A combatirla con lucha de clases, confrontando proletarios-burgueses (chairos-fifís). Paso intermedio es la dictadura del proletariado. Al final: no habrá clases sociales: todos iguales ¡El paraíso terrenal! Nunca concretado. Dicen que China, Corea del Norte, Cuba, ya merito. El costo: suspender libertades, derechos humanos, la Ley. En estos países una sola agrupación política, controlada por una burocracia -nomenklatura- concentra todos los poderes. No hay división o equilibrio de poderes. Un solo partido político.
Las primeras señales de la presidenta de México no despejan dudas sobre sus disyuntivas: ¿Ética de la lealtad, o ética de la responsabilidad? ¿Fiel a Obrador, o a sí misma? ¿Ata rumbo del país al obradorismo, en vías de peronismo tropical, fracasado? ¿O con realismo crítico nos dirige a evitar más dolor evitable? ¿Será científica sensible, u Obrador la deletrea y la trasciende? ¿A quién responderá?
Todos deseamos le vaya bien a México. Incluso si a ella le va mal. Es lo de un o una estadista: optar por el bien mayor y sacrificar popularidad, en el caso. Las acciones y omisiones de la presidenta prefiguran obradorismo conductor transexenal. No se ha quitado gafas ideológicas para ponerse las de científica. Mantiene disputas de Obrador dentro y fuera del país. Y polarización, militarización, concentración de los tres poderes públicos. El cambio de régimen arrasa instituciones, y a la oposición misma. Una visión monocolor oficial. Puede perdurar más allá de la vida de Obrador, salvo que EU se lo lleve. El obradorismo es la versión 2 del peronismo, tragicomedia de dos tazas. ¡A luchar por la democracia, para la justicia, en la libertad!

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