Juan Miguel Alcántara Soria
El propósito justiciero de “Primero los pobres” ha sido malogrado por el gobierno de López Obrador. El reporte sobre medición de la pobreza en México que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval, órgano constitucional autónomo) difundió el jueves 10 contiene pocos datos buenos, y muchos malos, sobre todo para los más pobres, quienes debían ser la prioridad. Por un lado, las personas en situación de pobreza pasaron, en los últimos 5 años, de 51.9 millones a 46.8 millones en 2022, una reducción de 5.1 millones, -5.6%. Por otro, respecto de las 6 carencias consideradas para la medición (rezago educativo, acceso a servicios de salud, acceso a seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos en vivienda, y alimentación nutritiva), las personas con carencias se incrementaron de 25 a 32.1 millones. El daño mayor fue para quienes carecen de servicios de salud: de un 16.2% en 2018 subió a 39.1%: 50.4 millones de mexicanos no tienen acceso a la salud (gran fracaso). Un 50.2% de la población carece de seguridad social. 1.6 millones de personas se sumaron al rezago educativo en el mismo período, subiendo de 19 al 19.4% (otro gran fracaso). El número de personas en pobreza extrema (presentan al menos 3 carencias y no disponen de ingreso suficiente para cubrir la canasta alimentaria) aumentó de 8.7 a 9.1 millones, del 2018 al 2022. A estas se hizo el daño más catastrófico por dejarlos sin servicios de salud (3er gran fracaso). Estas viven en Chiapas, Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Puebla y Tlaxcala, principalmente. Se redujo pobreza con transferencias monetarias, a costa de sacrificar educación y salud. Y aumentó la pobreza extrema por falta de focalización y atención al sector más vulnerable.
Julio Frenk, creador del Seguro Popular en el gobierno de Fox -seguro que AMLO desapareció en medio de la pandemia para crear el Insabi, y también desapareció- expuso en entrevista con López Dóriga resultados recientes: el número de hogares con gastos catastrófico en salud se duplicó, han sido 4.7 millones de hogares. Arrancar el Insabi en medio de la pandemia (“como cuando llega un huracán y se te ocurre es el mejor momento para cambiar el techo de tu casa”), hizo que México tuviera los más altos índices de mortalidad en el mundo: 700 mil muertes en exceso. Al perder el Seguro Popular y tener que pagar de tu bolsillo a sistemas de salud privados, sumas a la tragedia de enfermedades la tragedia de la bancarrota familiar. Redujo 4 años la esperanza de vida, a niveles de 1991: en 2019 la esperanza de vida eran 75 años, en 2021 bajó a 71. No ha habido peor política pública que la de salud. Ni berrinche más catastrófico que dejar de comprar medicinas a farmacéuticas sin plan sustituto. Plantea que la próxima presidenta tendrá que establecer un plan de emergencia en sus primeros 100 días para superar le desastre que heredará AMLO.
Estos datos hay que integrarlos con los de la Encuesta Ingreso-Gasto de los Hogares, ENIGH, de Inegi, publicada en julio pasado. Entre 2016 y 2022 el ingreso corriente de los hogares prácticamente no aumentó: +0.2%. Los programas sociales cubrieron al 34% de la población, pero con más dinero para adultos mayores, de manera regresiva: los ricos reciben más que los pobres. 1 de cada 5 hogares recibe pensión. En cambio becas para primaria solo llega al 7.7% de hogares (contra 17.6% de Prospera), para preparatoria 5.4% de hogares, y Jóvenes construyendo el Futuro al 0.3% de familias.
Tras la pandemia el mundo concentra esfuerzos en un nuevo modelo de prevención y atención a la salud, que en México no estamos construyendo, porque el gobierno de la 4t no ha acepado este ni otros problemas. Es necesario revisar la política social, sobre todo en salud y educación. Los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana agravarán rezago y calidad de educación en escuelas públicas, y la brecha entre mexicanos. “Lo que no se mide no se mejora”. La prioridad debe ser la niñez y adolescentes de los sectores más pobres del país. No los votantes. Construyamos piso parejo en el arranque de la vida. Luego será por el esfuerzo personal. ¡A por la justicia redistributiva del bien común!
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