Juan Miguel Alcántara Soria
El expresidente Ernesto Zedillo expuso el 10 de enero, en Foro del ITAM: “En unos cuantos meses México ha perdido la categoría de ser país democrático. Y esto nos toma en el peor momento… Va a ser muy difícil que superemos los retos económicos y geopolíticos que se avecinan, visto la apuesta se ha doblado por esa transformación de democracia en tiranía… No se fue a las urnas para decidir que la democracia mexicana tenía que ser destruida, para transfórmese en una tiranía… Los mexicanos necesitamos una presidenta que gobierne con mucha autoridad, con las reglas de la democracia. No necesitamos un país que sea una autocracia de partido hegemónico, donde el poder real e inmenso lo ejerza un caudillo oculto en la oficina anexa a la presidencia de la República”.
El expresidente Zedillo tiene credencial demócrata. Recuerdo eventos que lo confirman. El día de la elección presidencial del 2000 -2 de julio-, se previó el consejero presidente del IFE, José Woldenberg, anunciara resultados preliminares. Vendrían posicionamientos de los candidatos presidenciales, y al último del presidente de la República. Luego de dar los datos favorables a Fox (más del 42%), se esperaba el candidato del PRI, Labastida (con 36%), reconociera su derrota, pero éste no la digería. Zedillo no dudó en aparecer en TV y reconocer que su partido -que gobernaba desde 1929- resultó perdedor. Su candidato no lo perdonó.
Seis años atrás Zedillo ganó la presidencia (50%) a Diego Fernández de Cevallos (27%). Del primer debate presidencial, en la encuesta telefónica que levantó la Oficina de Presidencia de la República, el 54% dio por ganador a Diego, el 17% a Zedillo. Luego los medios redujeron la presencia de Diego, y el presidente Salinas y el PRI impidieron un ulterior debate. Siendo declarado presidente electo, Zedillo propuso a Diego ser Procurador General de la República. El CEN del PAN pidió a Diego no aceptar y, en cambio, envió a Zedillo una terna a considerar para Procurador, con los nombres de Antonio Lozano Gracia, Fauzi Hamdan y el mío; en disposición a asumir tareas públicas. Al presidente electo no gustó se impidiera a Diego aceptar. En víspera de tomar posesión optó por Antonio Lozano, quien después me ofreció dirigir el Instituto Nacional para el Combate a las Drogas, lo que no acepté.
Con el presidente Zedillo se concretaron, entre otras reformas, la del Poder Judicial -creando el Consejo de la Judicatura y renovando la totalidad de ministros de la Suprema Corte- y la electoral, que concluyó la ciudadanización del IFE y mayor equidad en los procesos electorales, incluso en medios de comunicación. En la elección intermedia de 1997 el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados; las oposiciones fueron contrapeso efectivo del Ejecutivo. Entonces Zedillo nos invitó a desayunar en Los Pinos al coordinador de los diputados panistas, Carlos Medina Plascencia, y a los subcoordinadores Francisco Paoli Bolio y a un servidor, para informarnos de la injerencia del narcotráfico en las elecciones de municipios de la “tierra caliente” de Michoacán; arrebataron cargos de tesorería, obras públicas y seguridad municipales. Consideró contenerlo mediante más financiamiento público a los partidos, auditable, transparente; y así evitar los financiera el narco. Los diputados del PAN desahogamos en parte nuestra agenda legislativa: fortalecimiento del ámbito municipal, la autonomía del Banco de México, o de la Auditoría Superior de la Federación. Por indicación del presidente del PAN, Calderón, destrabé ahí aprobación a los presupuestos de 1998 y 1999.
El lunes asume el poder político en EU la oligarquía de ultrarricos del provocador Trump. México está expuesto a tragedia: polarizado; sin diálogo sino monólogo de Palacio por más de seis años; sin seguridad, ni tribunales autónomos. Procede convocar a un gran acuerdo nacional. Dejar de ser subpresidenta, gobernar con autoridad; enviar iniciativa al Congreso para pausar la reforma judicial. Y sin patrioterismo, evaluar con los distintos liderazgos sociales y políticos nuestras fuerzas y debilidades, para asumir los retos y oportunidades. Y encarar amenazas internas y externas. Sin categoría democrática no podremos.