Juan Miguel Alcántara Soria
La piratería informática sufrida por el Ejército mexicano está exhibiendo, día a día, un océano de datos de vínculos delictivos, de espionaje, de corrupción, de mercados ilícitos, que tendrá múltiples efectos en la seguridad nacional e interior. Desnuda también el empoderamiento militar que AMLO ha gestionado, como nunca. Militarizar es también la “doblada” que dieron a la gobernadora de Quintana Roo apenas tomó posesión (en septiembre 23): a los 5 días la hicieron remover a su secretario de seguridad pública, Manelich Castilla –excomisionado de Policía Federal, buen policía civil-; por un sustituto, capitán de la Marina. Para: “alinear la estrategia entre gobiernos federal y estatal”, dijo. Igual al gobernador de Tamaulipas, quien 5 días antes de tomar posesión nominó a otro policía civil, Oscar A. Aparicio, como secretario, y el día de asumir el cargo (Octubre 1º) reculó y nombró secretario y subsecretario de seguridad a 2 generales. Mandos castrenses asumen tareas de seguridad pública sin que tengan el control exigido desde el ámbito civil.
Amenaza al Estado democrático de Derecho es también la “doblada” que hizo la 4T a senadoras y senadores el martes pasado, al hacerlos prolongar el plazo en que el presidente podrá disponer el uso de fuerzas armadas en estas tareas, al recorrer el plazo, que vencía en marzo del 2024, hasta ¡2028! La agresión de la 4T, contra legisladores -“cooperas o cuello”-, era suficiente para rechazar reforma constitucional. Antes doblaron a diputados del PRI, para salvar a su corrupto presidente, Alejandro Moreno. Ahora tuercen a mayoría de senadores de PRI y PRD, sobajados por sus calzones sucios. Así, rompieron “moratoria constitucional” comprometida, y aceleran militarización. Les bastó “promesa” de AMLO de reponer fondos federales para las policías locales en el 2023, que desde 2021 les agandalló, y antes disminuyó (al 2018, municipios recibían de Federación $ 5 mil millones de Fortaseg, para sus policías. Hoy no reciben nada). Ilusos le creyeron que la participación de las Fuerzas Armadas: “… en ningún caso tendrá por objeto destituir a las autoridades civiles de los tres órdenes de gobierno en el cumplimiento de sus competencias”. ¿La destitución de Manelich, Aparicio, y cientos más, día a día, no es de mandos civiles para designar militares? El general secretario de la Defensa de la 4T ¡ya dobló hasta al presidente! Amenazó con retirar a los soldados de las calles si vinculan a proceso más militares por Ayotzinapa. De esos documentos hackeados se sabe que abogados militares deletrearon al gobierno de AMLO las reformas, inconstitucionales, a leyes secundarias, para pasar la Guardia Nacional a Sedena.
Y es que “Militarización” es: (i) La injerencia del ejército en tareas de seguridad pública, que la Constitución exige solo hagan “instituciones de carácter civil”, como debe ser la Guardia Nacional. (ii) Subordinar policías civiles a autoridad militar, sea en operativos o maniobras tácticas, en toma de decisión estratégica o política (las mesas estatales de coordinación así están). (iii) Nombramiento de mandos militares en puestos claves de seguridad pública (Q, Roo, Tamps, y muchos más). (iv) Adoptar pautas de pensar y actuar militar en la organización de instituciones de seguridad pública, aun siendo civil su dirección. Estas 4 formas de militarizar, directa o indirectamente, están destruyendo equilibrios constitucionales. Y van en dirección de empujarnos a un Estado narco-militar, por la ecuación: populismo + empoderamiento militar + destrucción institucional + narcopoder + descrédito de partidos + sociedad civil debilitada (=Venezuela).
La Corte Interamericana de Derechos Humanos restringió el uso de Fuerzas Armadas en Seguridad Pública a: sólo si es extraordinaria (temporal y limitada a circunstancias del caso); subordinada y complementaria (a corporaciones civiles y no incluya tareas de persecución de delitos); regulada (con mecanismos y protocolos sobre uso de la fuerza); y fiscalizada (por órganos civiles independientes y técnicamente capaces). Esto exijamos allá y acá, antes de que sea demasiado tarde.
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!