Juan Miguel Alcántara Soria
Mentir, robar y traicionar se han vuelto pautas de comportamiento, generalizadas y frecuentes, del presidente de la República, gobernadores, legisladores, alcaldes o alcaldesas, con honrosas excepciones. El presidente recién mintió asegurando que el Ejército no tuvo responsabilidad en la masacre de estudiantes del 2 de octubre del 68, ni en la de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014. Con su secretaria de seguridad miente ahora al gobierno de Estados Unidos asegurando que en México no se produce fentanilo, no obstante evidencias. O al asegurar hace días que ya no hay masacres en México, cuando constan 191 masacres y 664 casos de tortura en el informe Galería del Horror (2023), de Causa en Común. O sus mentiras de desapariciones en México, con su nuevo registro, manipulado, de Personas Desaparecidas y no Localizadas. Consta que López Obrador miente un promedio de 100 veces diarias, como acredita SPIN. El gobernador de Nuevo León traiciona compromiso de no distraerse de sus tareas en buscar candidatura presidencial, y para su esposa, la del senado, gastando ilegalmente recursos públicos. Senadores de Morena rechazaron con mentiras terna de la Suprema Corte de Justicia para elegir magistrada del Tribunal Electoral, por órdenes del presidente. Diputados de la 4t se aprestan a robarle a trabajadores del Poder Judicial Federal 15 mil millones de pesos, en fideicomisos de Fondos de pensiones y jubilaciones.
En Guanajuato, recién vimos a alcaldes y alcaldesas, de todos los partidos, promoviendo su imagen individual con el pretexto de rendir informes anuales, que debían ser rendición de cuentas del cabildo o ayuntamiento. No evento de lucidez personal. Con exceso de gastos en publicidad, invitados especiales con hotel y comidas, impresos de lujo, acarreados, y hartas fotos y auto-retratos para nutrir egoteca. Mintieron o dieron datos engañosos. No entienden que, en tanto los poderes ejecutivos, federal y estatales, están depositados en una sola persona, son unipersonales, según las Constituciones General y particulares; en cambio, el poder o gobierno de los municipios está depositado en un órgano colegiado, el ayuntamiento (viene de yunta), integrado por alcalde, regidores y síndicos. El informe debe ser del conjunto, no del individuo, alcalde o alcaldesa. Ya se inscribieron para candidatos a reelección, previo uso de recursos y servidores públicos para el evento. Una diputada local de Morena aspirante a candidata a alcaldesa cita a reunión de carácter legislativo con precandidato a gobernador de su partido, con papelería y recursos oficiales. Y todo el aparato del gobierno estatal arrasó a alcaldesa, precandidata a gobernadora, y benefició a otra, sin consulta a su militancia.
Los partidos políticos están desfondados de credibilidad. Son dirigidos por mafias (gente que actúan con opacidad, al margen de sus estatutos; monopolizan actividades de espacios públicos, antidemocrática, inmoralmente). No entienden que incrementan condiciones de factibilidad para autoritarismos, incluso dictadura. Pierden de vista datos duros que debían alertar: el 69% de la ciudadanía está insatisfecha con la democracia. El 33% apoya al autoritarismo, al 28% le es indiferente el tipo de régimen político, y sólo el 35% apoya a la democracia (Latinobarómetro 2023). Aún así, reproducen pautas de comportamiento de corrupción, prepotencia, falta de democracia. Y hartazgo ciudadano. No obstante, aun cuentan con algún soporte ciudadano. Y son necesarios para hacer funcionar la democracia representativa en cualquier país. Un “mal necesario”, si se quiere, hasta en tanto no conformemos partidos confiables por su soporte ético: que busquen “evitar dolor evitable”, y generar el mayor bien público posible, como lo ideó Manuel Gómez Morin. Pasando la elección del 2024 habrá ocasión.
No se deben desconocer o relativizar los problemas de México; son estímulo para promover la cooperación y el valor civil en nuestra patria. Es deber educar pueblo, estructurar sociedades intermedias, instituciones democráticas, y acción política responsable. Como no hemos hecho lo que debemos como mexicanos, hay, por tanto, muchas razones y motivos para esperar.
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