Por qué sí designar terroristas a narcotraficantes

Juan Miguel Alcántara Soria
Legisladores estadounidenses presentaron proyectos de ley (en marzo 8) para que los cárteles mexicanos sean designados grupos “terroristas”. Los proponentes son los republicanos, Walts, de Carolina del Norte, y Dan Crenshaw, de Texas. Éste reprochó al gobierno obradorista respaldar a narcos; y exigió a senador mexicano de la 4t que protestaba su proyecto: “pare de defender a sus amigos narcos, y tome acción para prevenir el tráfico de fentanilo”.

El problema de los opioides sintéticos es el más grave en EU en cuanto a sustancias ilícitas, y se ha salido de control, allá y acá. Fentanilo ya se produce y distribuye desde México (leer “El país del fentanilo”, de Peniley Ramírez, Reforma). No solo de Asia (coronavirus provocó producirlo en Sinaloa, Michoacán, Jalisco). Desde 2016, de manera exponencial, provocando en EU la muerte de más de cien mil personas, en los últimos años. Suman más 350 mil. ¡Terrorífico!

La situación hace razonable designar, nombrar, a los grupos delictivos involucrados “organizaciones terroristas extranjeras”. Una estrategia eficaz para debilitar a quienes están “involucrados en actividades terroristas que amenazan la seguridad de los ciudadanos estadounidenses o la seguridad nacional”, como la entienden allá. Y que afecte a redes criminales internas toleradas en EU.

Así, las autoridades de ese país ampliarán sus facultades para congelar activos de ciudadanos estadounidenses que colaboran con cárteles extranjeros en narcomenudo en calles, parques, centros de diversión, así como abogados, banqueros y demás lavadores de dinero en EU; se investigarían por apoyar a “organizaciones terroristas extranjeras”, con lo que se afectaría el dinero que lavan allá y acá. Porque hasta ahora, las listas de “designados” llamadas OFAC solo incluyen a extranjeros. Dobles moral y rasero.

AMLO incumple sus deberes contra la delincuencia organizada, en el Derecho interno y en el Internacional. Y ahora le reclaman en EU abiertamente 2: su inacción ante el crimen, y su destrucción de la democracia (por su plan b ante el INE).

Hay que conducir reclamos conforme al Derecho. Si bien algunos legisladores (L. Graham dijo: “Si México sigue dando refugio a cárteles lo convierte en enemigo de los EU”), y otros políticos (William Barr, fiscal de Trump), apoyan la idea de que el Ejército gringo intervenga en México para combatir a cárteles (con drones sobre campos y laboratorios en Sinaloa), por el momento electoral que allá se vive; lo cierto es que, ni en el gobierno Biden, ni en círculos serios de uno y otro lado, se considera esa escala factible, de aprobarse nominación de “terroristas”. Lo ético y jurídico son medidas de inteligencia financiera, hoy no aplicadas a estadounidenses vinculados a mafias mexicanas. Asumir la corresponsabilidad evitará la crisis diplomática a la puerta.

López Obrador responde con más mentiras, visibles fuera también. Dijo: “En México no se produce ni consume fentanilo” (en 2019 aceptó que sí; y hay evidencias del Ejército mexicano que lo desmienten). “Es más seguro México que EU; no hay ningún problema para viajar por México con seguridad” (?). Amagó con campaña intervencionista en elecciones de EU, contra los republicanos, lo que provocó risas, reclamo del gobierno de Biden, y rechazo de líderes chicanos.

También demócratas, como Bob Menéndez, presidente del Comité de Relaciones Exteriores en aquel senado expresó: “La estrategia de abrazos-no balazos, no está funcionando. En México van en dirección equivocada en ese sentido, y en cuestiones de democracia… Los cárteles son los que manejan comunidades fronterizas. Y México tiene una responsabilidad con sus propios ciudadanos y con quienes visitan su país. Podemos ayudarles con inteligencia y otra información” (luego de que 4 de sus ciudadanos fueron secuestrados, y 2 asesinados en Tamaulipas por cártel del Golfo).

Que dejen de mentir y contradecirse AMLO y corifeos. Nuestros jóvenes están consumiendo fentanilo, cada vez más, producido por cárteles de acá. Optimicemos los instrumentos del Derecho para debilitarlos. Designar allá a estos “terroristas”, es un paso en esa dirección.

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