Un presidente enfermo se festejó el Día de la Mujer

Juan Miguel Alcántara Soria
Las mujeres recuerdan, gritan, lloran, reclaman, en marchas y manifestaciones, en distintos países, que el 8 de marzo de 1857, 129 mujeres trabajadoras, en huelga, murieron por incendio, encerradas, en fábrica textil, en Nueva York.

No es día de fiesta. Es de conmemorar sus inmensas luchas por una vida igualitaria, de respeto, sin discriminación ni violencias.

Este año, en México, repudiaron feminicidios, desapariciones incontenidas, como machismo y patriarcado.

Debemos revisar el funcionamiento de estructuras familiares, educativas, empresariales, sindicales, comunitarias y religiosas, en lo que les afectan. Ello a la luz de los principios ético-jurídicos que encausan sus dinámicas, para lograr, entre todas y todos, una vida libre de violencias; principios no encarnados lo suficiente entre nosotros mismos: de igualdad jurídica entre mujer y hombre, respeto a su dignidad y libertades.

Datos oficiales confirman incremento en el último año de violencias psicológicas, físicas, patrimoniales, económicas, sexuales y feminicidas. Que arrancan desde casa, y permean al resto de estructuras.

En este aniversario, el presidente López Obrador se festejó a sí mismo, y trató a legisladoras, gobernadoras y colaboradoras presentes como sus mascotas, sobándoles la cabeza o el pelo. Imágenes indignantes, como con su secretaria de seguridad pública. Y en un Palacio Nacional cercado con vallas, desde el que lanzaron gases irritantes contra mujeres manifestantes, a las que acusó ser de “derechas”.

Ejerció violencia verbal contra la presidenta de la Suprema Corte de Justicia, la ministra Norma Lucía Piña. Sus acusaciones contra ésta hicieron concluir “que se le juzga por ser mujer y ser independiente, pues en dos meses es imposible juzgar el desempeño en un puesto tan delicado”. Así lo denunciaron, entre muchas, decenas de mujeres, exigiendo poner fin a la violencia por razones de género en su contra.

“En violación de los principios de no discriminación contenidos en nuestra Constitución y en los tratados y convenciones firmados por nuestro país, el Presidente ejerce violencia verbal por razones de género y lo hace desde la máxima tribuna, amplificando así el daño contra la reputación de la ministra Piña, e incitando al linchamiento mediático. Al hacerlo, el presidente abre la puerta a que se amenace la integridad física de la ministra Piña, como ya sucedió”, agregaron. Y concluyen: “Exigimos al presidente que se comporte como tal. Que respete la Constitución que juró hacer guardar, y los principios de no discriminación y rechazo total a la violencia por razones de género. Demandamos se investigue la autoría de la amenaza de muerte”. A los días, pendenciero se negó a contestar a periodista.

No trivialicemos la violencia, menos si proviene de Palacio Nacional. Ahí habita un presidente enfermo mental, provocador, mentiroso, que se hace víctima, denigra a mujeres, y en asuntos de éstas es ultraconservador, machista, entre otras patologías.

Su secretaria de seguridad quiso celebrar que feminicidios se redujeron: comparó datos de pasado febrero con dos meses atrás, diciembre 2022. Falsa reducción si se compara con diciembre 2018, inicio del sexenio. No pueden ocultar incremento de las violencias. En desaparición de mujeres, éste enero: 284 casos (y de éstas, más de la mitad entre 10 y 24 años), 88% más que en enero de 2022 y 60% más que en 2021, dice el Instituto Nacional de las Mujeres: pobreza, etnia, discapacidad, estatuto migratorio, entre otros, aumentan vulnerabilidad.

Mis hijas marchan ese día. Se les pega la gana. María lo hizo en León, acompañando niñas y adolescentes. Vislumbra es tiempo de mover la energía de las marchas a otros espacios de violencias que atraviesan mujeres. Equiparamos marchas: de mis padres y mías, por la democracia, de ellas, de feminismo por la paz. Reconocer cómo se ha ido de menos a más. Me dice hay mucho camino andado, como camino por andar. Y me enlista pendientes puntuales, donde tenemos coincidencias, como diferencias. Su propósito feminista es lograr el elemental derecho de vivir en paz todas y todos.

Avanzarán todas juntas, a pesar del enfermo en Palacio.

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