Marycarmen Soria
Durante los primeros cuatro años del sexenio actual, de acuerdo con los datos del INEGI, el crecimiento de la economía mexicana, fue casi nulo ya que apenas alcanzó un 0.08%. Este fenómeno se explica por varias razones, desde luego por el trauma de la pandemia que impactó principalmente 2020 y 2021. En casi todo el mundo, se frenaron las actividades económicas y se interrumpieron las cadenas de abastecimiento (refacciones y materias primas). Posteriormente, la inflación y el aumento de las tasas de interés afectaron también la elevación del producto. Además, en el caso de México, la política económica se inclinó por la austeridad.
En resumen, en el sexenio de AMLO la economía (PIB) alcanzará quizás un crecimiento de alrededor del 5%, es decir un promedio anual de 0.8% gracias al repunte de 2023 y en menor medida 2024. Las razones que ofrece el FMI para el repunte de México, en sus proyecciones para 2023 y 2024, se basan por un lado en un consumo e inversión más dinámicos que en el pasado, pero igualmente, advierte que factores como la política monetaria (tasas de interés elevadas) y un crecimiento más lento de la economía estadounidense podrían frenar nuestro crecimiento.
La geopolítica está jugando un papel preponderante, a diferencia de las últimas décadas. Sin embargo, de acuerdo con algunos estudios, los realineamientos y conflictos mundiales podrían tener efectos adversos en el comercio y el crecimiento mundial ya que los nuevos flujos podrían no compensar la contracción que se presentaría por los menores intercambios, principalmente, entre China y Estados Unidos.
Ahora bien, a pesar de la marcha lenta de la economía en los primeros cuatro años del gobierno de AMLO, la ocupación y los salarios tuvieron un comportamiento menos negativo. Si medimos el primer rubro con el concepto de “brecha laboral” la cual incluye la desocupación abierta; los subocupados; y las personas que no buscan un trabajo, pero estarían dispuestas a aceptarlo debido a que necesitan esos ingresos, ésta representó alrededor del 18% a finales de 2018 y en marzo de 2023 fue de 17.5%. Un progreso pequeño que, no obstante, resultó mejor que el comportamiento de la economía en su conjunto.
De esta manera, la ocupación se recuperó un poco más rápido pero sus problemas estructurales siguen siendo más o menos los mismos. En cambio, los salarios mínimos aumentaron sustancialmente y las modificaciones a la LFT en materia de subcontratación y días de vacaciones beneficiaron a los trabajadores. Ni éstas ni la reforma laboral acerca de la democracia sindical repercutieron en el empleo.
Pero un verdadero cambio del rumbo económico serviría para prepararnos mejor en caso de que la incertidumbre actual se convierta en catástrofes futuras debido a las tensiones geopolíticas o a la recesión estadounidense.
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