Rolando Daza
Apunte:
Los días pasados marcan un hito decisivo en la historia económica mundial. Durante décadas, el mundo trabajó intensamente para construir instituciones sólidas y reglas claras encaminadas a fomentar la globalización, la cooperación internacional y el comercio abierto.
Aunque surgieron períodos complejos como la Guerra Fría y diversos conflictos regionales, se logró evitar una nueva hostilidad global. Por desdicha, ahora afrontamos una guerra de naturaleza distinta, una guerra comercial, desencadenada principalmente por Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump.
En 1776, Adam Smith publicó un libro: “…La naturaleza y las causas de las riquezas de las naciones”, donde establece que el patrimonio de los países se basa en el crecimiento de la producción en función a dos componentes: la especialización y división del trabajo en subprocesos (que mejora la eficiencia), y la libre competencia que impulsa el crecimiento de la producción. Años después, David Ricardo propone la especialización para que cada país se dedique a producir aquellos productos o servicios en los que es mejor.
Trump busca que EUA se transforme en un país industrial para que no salgan dólares de su país. Por desgracia, esta visión es miope, no pueden competir con China en manufactura; este país asiático produjo en 2024 $5,650 billones de dólares, EUA produjo $2,300 billones, Japón $1,000 billones, Alemania $800 billones y la India $500 billones.
En proporción, nuestra presidenta con el Plan México propone la “autosuficiencia” (como si todo se hiciera por decreto) en productos agrícolas. La falta de agua afecta gravemente esta propuesta para poder realizarla. No disponemos del recurso.
Así que ahora, tanto México como EUA deberán preguntarse, ¿en qué somos eficientes? EUA superó hace años su periodo industrial. El PIB de ese país, está integrado por el 2% de la producción agrícola y minera, el 16% de la fabricación manufacturera y el 82% de servicios como los financieros, el comercio, arte, música, turismo… por su parte, el 50% del PIB de México lo constituyen los servicios.
Así que ahora debemos cuestionar, para ambos vecinos, ¿cuánto vale el arte, la innovación, el conocimiento, el desarrollo, la tecnología, el bienestar? Por desgracia, el nivel de educación, en promedio, de los habitantes de nuestro país (más de 120 millones de personas) es de 9 años, solo para tener un buen nivel educativo para trabajar en la producción, de obreros.
Por años, por siglos, los países del mundo han luchado por un mejor horizonte de vida… para ello, ¿en qué forma esta guerra comercial nos afectará? Hoy vivimos una nueva etapa de esta compleja transición global.