Por Marycarmen Soria Narváez
A lo largo de nuestra historia, la violencia siempre ha estado presente, de una o de otra manera, con mayor o menor intensidad, pero ahora mismo estamos en una alta intensidad, y esto está provocando dolor en las personas que nos hemos visto afectadas de manera directa o indirecta por ella, de manera psicológica, jurídica, económica, política y de salud.
Además del sufrimiento que provoca, ésta genera un impacto negativo para las economías de los municipios y países, tanto por el gasto provocado para la reparación del daño causado en las víctimas, como en los sistemas judiciales y de las policías que intervienen.
Debemos de buscar la forma de unirnos como sociedad y empezar la construcción de una sociedad que actúe con responsabilidad ante los asuntos que afectan a todos, como es el caso de la violencia, ya que la ésta y sus diversas manifestaciones destruyen la confianza de una comunidad, impactan negativamente en el bienestar de las personas, permiten y/o generan el surgimiento de nuevas violencias, unas más silenciosas que otras, y muchas veces invisibles, por largo tiempo, antes que seamos capaces de evidenciar el daño provocado por estas acciones tanto individuales como colectivas, privadas o públicas.
Una de las violencias que más ha crecido e impactado en nuestra sociedad es la violencia de género y contra la mujer. La violencia contra la mujer es cuando se genera por el solo hecho de serlo, y la violencia de género incluye la violencia contra los hombres, niñas y niños y minorías.
El impacto social sobre la violencia de género acrecienta la desigualdad y el resentimiento social, el odio, la frustración, la impotencia y el rechazo; en los últimos años el problema de la violencia contra las mujeres ha despertado el interés y la preocupación de varios grupos y sectores de la sociedad.
La violencia siempre tiene un impacto negativo sobre la salud de las mujeres que la padecen, y ello impacta también en su economía y en su familia; la violencia en todas sus expresiones, pero sobre todo la violencia contra la mujer, afecta de manera directa a las generaciones presentes y futuras, ya que todas somos madres, hijas, hermanas de alguien.
Y eso es lo que nos debería de importar para no normalizar esta violencia; al contrario, ayudar minimizarla, reconociendo que existe y que todos somos parte de la solución, analizando y actuando en consecuencia.
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