César Cervantes Martínez
Director de Arte y Cultura de la Universidad Instituto Irapuato
En ciertos momentos he reflexionado sobre ¿qué es lo que motiva a una persona asistir a un evento artístico del cual no tiene tanta referencia? Y la verdad, me ha costado poder responder a esta pregunta.
Sé que existen múltiples factores, como: la educación, el interés, los gustos, la economía, el cansancio, el transporte, la inseguridad y los eventos en sí mismos. Sin embargo, cuando todos esos factores antes mencionados están prácticamente resueltos, ¿por qué las personas no asisten? O bien, se tiene la intención, pero no se hace.
En ocasiones me he topado con eventos que subo a mis redes sociales y los mensajes son muy similares: “no sabía”, “deberían de darle más difusión a esos eventos”, “invítame la próxima”, “yo no sé por qué los hacen con tan poco tiempo de anticipación”… ante estas respuestas, mi pensar es algo inquietante y -debo confesar- me aflige.
Las personas usan su tiempo en actividades que les interesan y han decidido hacerles un espacio. Hablar de “no tener tiempo” o “es mucha la premura” no debería de ser un inconveniente, pues cada quien decide lo que es bueno en su vida. El arte es alimento para nuestra existencia y en este caso ¿el arte no es lo suficientemente bueno para hacernos asistir a estos encuentros?
Otro elemento es la difusión de los eventos y ahí quiero lanzar una reflexión: primero, ubica uno de tus gustos; puede ser alguno de tus artistas favoritos, o bien, uno de tus lugares predilectos, luego analiza ¿cómo te enteras de su existencia? ¿cómo te das cuenta que puedes asistir?, para ello no hay obstáculos, haces todo lo posible por ir, por asistir, por tener ese encuentro, entonces creo que la difusión no es un tema del todo determinante. Y si así lo fuera ¿cuál es la difusión perfecta?
En mis años de vida me he topado con gratas sorpresas, he podido estar en eventos que, si no me hubiera dado la oportunidad de leer, ver videos y estar alerta, no me hubiera percatado y créeme, estas experiencias me han marcado. Siempre he dicho que cada evento artístico va abonando a mi ser, cosas maravillosas que me hacen sentir más vivo, más feliz, más autorrealizado.
Y ¿por qué la autorrealización va de la mano con el arte y la cultura? Una de las funciones más importantes de la cultura radica en la posibilidad de aprender unos de otros. El éxito de la vida social depende en gran medida de lo que la persona, la gente, hace espontáneamente por los demás y el arte lo hace.
En días pasados, tuve la oportunidad de llevar un grupo de estudiantes a un viaje cultural en la CDMX, donde presenciamos en el Palacio de Bellas Artes el Concierto de Fuego de Alexis Aranda con la interpretación de la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Juan Carlos Lomónaco y el solista de violoncelo con Salomón Guerrero. Dudé en llevarlos a este evento, pues tenía miedo que los jóvenes se fueran a aburrir, que tuvieran faltas de respeto hacia los artistas, o bien, que terminaran con una mala experiencia y por ende, se alejaran más de la música clásica. Pese a esas dudas decidí programar el evento, llegamos e inicia el concierto, las notas sentidas del violonchelo comienzan a vibrar, para después explotar con la fusión perfecta de la orquesta, inmediatamente mi cuerpo se estremeció y las lágrimas brotaron… termina el concierto y ¿cuál fue mi sorpresa? conversar con los estudiantes, recibir sus testimonios de lo que sintieron y que igual a mí, los llevó hasta el borde de las lágrimas. Lo más bello fue recibir un “gracias maestro, por esta experiencia”. Misión cumplida.
Esto me arroja una última reflexión, la culturización en el arte radica principalmente en nosotros mismos, una vez que te das cuenta de la importancia que tiene el arte en nuestras vidas, irás propiciando encuentros. ¿Pueden existir cosas malas en ello? Sí, que te atrape el arte de por vida. Finalmente, si alguna persona te hace una invitación para asistir a un evento artístico, dale el beneficio de la duda y créeme que te llevarás grandes sorpresas.
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