“Los veneros de petróleo el diablo”: huachicol 2015 y hoy

Juan Miguel Alcántara Soria

Ramón López Velarde, en su poema “La suave Patria”, terminado en 1921, expuso el verso “El Niño Dios te escrituró un establo/ y los veneros de petróleo el diablo”, que me gusta recordar. Entonces México era el 2º productor de petróleo del mundo. Para algunos, estrofa es un mantra del desasosiego nacional: “las mil bocas del infierno en los mil pozos del petróleo mexicano”, asoció Benjamín Carrión en “La patria en tono menor”. Para Renato Leduc, López Velarde contrapone “la blancura angelical de la leche a la negrura infernal del petróleo”.

 “Reforma” publicó el pasado 15 de enero que la Fiscalía General de la República acusó ante juez robo de hidrocarburos, en el PEMEX dirigido por Emilio Lozoya. Es solo una parte de ilícitos cometidos a la mitad del corrupto Peña Nieto. Entre enero de 2015 y agosto de 2016, siendo el Gral. Eduardo León Trauwitz subdirector de Salvaguarda Estratégica de Pemex, y el coronel Emilio Cosgoya Rodríguez, gerente de Gestión Técnica, ambos acusados. Huachicoleros robaron más de 2,194 millones de litros de hidrocarburos, con valor superior a los $ 25,197 millones de pesos. Esta acusación es por sólo 2 poliductos: Minatitlán-México (de 591.8 km, y 97 tomas clandestinas no reportadas) y Madero-Cadereyta (488.8 km, con 63 tomas). De los poliductos que atraviesan el Bajío, por refinería de Salamanca (a Tuxpan, a Guadalajara, a Tula o a Aguascalientes) no se mencionó nada de 2015-2016, que es cuando las violencias y delincuencias se salieron de madre en el Bajío, al desmantelar esos corruptos capacidades de vigilancia de ductos . Y también por desatención de los 3 órdenes de gobierno, que aprovecharon cárteles, choferes, vigilantes, operadores de bombeo e ingenieros de Pemex, policías y ex-policías, militares, taxistas, y pobladores asentados sobre ductos. En 2016, en promedio se robaban 26,000 barriles diarios, por montos de entre 780 y mil millones de dólares anuales, en total.

La ordeña de ductos sigue imparable. Al tercer trimestre (jul-sep) del 2022, Pemex reportó en sus estados financieros pérdidas por robo de combustible por $ 14,243 millones de pesos, un alza de casi 200 % más, respecto al mismo lapso del 2021. En reporte reciente de Secretaria de Seguridad federal, manipulado, se afirma que en el 2021 se robaron un promedio de 3,600 barriles diarios, mientras que en 2022 fueron 6,100 barriles diarios, un supuesto incremento de más del 70%. Principalmente en Hidalgo (1º), Edomex, Puebla, Tamaulipas, Veracruz, Guanajuato (6º lugar), Jalisco, Baja California, Nuevo León, Michoacán y Tlaxcala. En Celaya, días pasados, denunciaron 3 cisternas con hidrocarburo en venta. Delincuencia genera más violencia ¿Y la Guardia Nacional, con 3,000 militares, en 11 ductos prioritarios, ¿dónde está? Militarización ineficaz ante violencias.

Las afectaciones al país por hidrocarburos no paran ahí. El intento fallido de AMLO de contener gasolinazos en 2022 nos costó $373 mil millones de pesos ¡reveló el SAT! Ese subsidio beneficia a quienes usan vehículos, no a los más pobres. Y equivale a 20 veces el presupuesto del metro de la Cdmx, por ejemplo, este sí usado más por los pobres, pero sin mantenimiento por la corcholata preferida de López Obrador. Se lo está gastando en publicidad personal por todo el país, como el resto de corcholatas. La refinería Dos Bocas ya tragó $ 233 mil millones de pesos (US$11,626 millones de dólares); AMLO dijo costaría $160 mil millones de pesos. Y generará más contaminación.

Alejo Carpentier, en “La consagración de la primavera” cita la estrofa lópezvelardiana, leyéndola como nostalgia del pasado agrícola: es “el secular establo de ganadería” en un país “con demasiados niños nacidos en pesebres y ningún Rey Mago a la vista”, reseña Guillermo Sheridan (de “El petróleo y el diablo”, tomo citas). Hoy hay más pobres en México que hace 4 años, con menos salud y educación.  Y la “negrura infernal del petróleo” es condición propicia para violencias incontenidas por gobiernos ineptos y corruptos que nos mantienen en desasosiego. Nos falta ciudadanía cuidadosa de los establos que nos escrituró el Niño Dios.

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