Rolando Daza
Apunte:
Es notable la penetración alcanzada por las redes sociales (RS) en la vida de las personas y de la sociedad en tan pocos años. El impacto en la vida hace que se tomen decisiones que influirán en la vida. Observemos.
Antes nos cuestionábamos si hacíamos algo, “qué dirían las personas” de ello. Ahora las RS cuestionan lo que hacemos.
El tener más participación en grupo de las RS nos hacen compartir momentos con “personas” que consideramos apropiadas. Mientras más gente (contactos, aprobados o como quieran llamarlos) tengamos es mejor, es mayor nuestra aceptación, somos más exitosos. La proximidad con las personas es lo de menos.
Si tener un grupo con 100 personas es complicado mantener, con más de 500 es sumamente difícil, además que no hay intimidad, el contacto es limitado, no se genera relación social que ayude a fortalecer al ser humano, todo es limitado e intrascendente. Hacemos lo que requerimos por mantener a ese grupo de personas, sin importar el desarrollo personal o humano. Los lazos de cariño pertenecen a especies delicadas no a las RS.
Por medio de las RS buscamos el estar presente, no el conocer, no el aprender, no el comprender, queremos estar presentes sin tener un involucramiento, el anonimato es importante para poder expresarme y evadir situaciones que no queremos. Opino sin compromiso.
Este gran fenómeno, ahora es “explotado” por las fuerzas del mundo: la política, las empresas, las entidades que necesitan la aprobación sin considerar el costo social o cultural que eso implique. Ya se gestó un nuevo individuo que las RS han creado… en su tiempo Marshall McLuhan, comentó: “Toda la tecnología tiende a crear un nuevo entorno humano… Los entornos tecnológicos no son meramente pasivos recipientes de personas, son procesos activos que reconfiguran a las personas”.
Mucho de este nuevo modelo social, lo han comprendido muy bien AMLO y su equipo de comunicadores. En nuestro país, donde la pobreza crece y los niveles de educación y salud disminuyen, lo que queremos es tener alguien que nos “haga sentir bien”. Para ello, han explotado lo que McLuhan llamaba la política asistida por la imagen: “El político se conforma solamente con una buena imagen, ese será el mayor logro que obtendrá. Pero una vez que entreguemos nuestros sentidos y nuestros sistemas nerviosos a las manipulaciones de quienes tratan de sacar provecho aniquilando nuestros ojos, oídos, nervios y cerebro, el resultado será que ya no tendremos derechos”.
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