CONTACTO AL MINUTO

Rolando Daza

Apunte:

Parece que ser un tema que poco preocupa a la población. Los efectos del cambio climático cada vez los sentimos más en nuestra vida y ¿qué hacemos? ¿será suficiente lo que hacemos para enfrentar el calentamiento global?

Una exploración en Internet muestra una gran cantidad de propuestas sobre cómo las personas pueden ayudar a minimizar el efecto: Utilizar el camión de pasajeros en lugar del coche, el tren en lugar del avión. Comer menos carne y más verduras, legumbres y cereales, apagar la luz al salir de una habitación o no desperdiciar el agua al bañarte en menos de 5 minutos. Todo esto significa que las personas tienen que participar en la batalla del cambio climático.

Todos contribuimos al calentamiento global a través de nuestras acciones. Sin embargo, en el país y en el estado poco observamos en los gobiernos o empresas que contribuyan a disminuir los efectos. Los individuos somos estadísticamente inocentes y en los gobiernos no existe el calentamiento global (ya lo vemos en la sequía que todos sentimos).

El cambio climático es una amenaza, requiere reformas que sólo pueden ser realizadas por los gobiernos. Los individuos somos responsables de nuestro comportamiento, los gobiernos tienen la facultad de implantar medidas que obliguen a las empresas y a las personas a actuar de manera sostenible. Sin embargo, no observamos interés en los gobiernos o empresas, los esfuerzos de los gobernantes es mantener el poder al costo que sea y a las empresas las utilidades… el cambio climático no los atañe.

Es un debate poco productivo y más esperar que los gobiernos y las empresas por sí mismos tomen medidas. Es visible que la contribución de una persona es básicamente irrelevante (muy parecida a un solo voto en una elección), si es un grupo o una gran población que actúa el efecto puede sorprender. Existen acciones que pueden sonar audaces como dejar de volar que puede tener un efecto en cadena más amplio al influir en los demás y cambiar lo que se considera «normal». El dejar los vuelos puede producir el mostrar la gravedad del cambio climático y la contribución de los vuelos al mismo.

Volar representa libertad, diversión y progreso. Impulsa la economía, brinda oportunidades de viaje. Por lo tanto, sugerir que las personas vuelen menos, puede producir discusiones y confrontaciones… pocos resultados generarán estas conversaciones y los efectos en el mejoramiento del clima serán nulos.

Qué podemos esperar: que nuestros líderes políticos y empresariales se tomen en serio el cambio climático, ¿se deberían reducir las huellas de carbono para dar ejemplo al resto de nosotros? Por lo pronto, la acción individual marca la diferencia.

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