CONTACTO AL MINUTO

Rolando Daza

Apunte:

¿Hacia dónde se orienta nuestro país?… ¿qué futuro tendrá la población menor de 30 años en base a las decisiones tomadas por el actual gobierno?… ¿volveremos a encontrar paz y prosperidad?… ¿México continuará siendo un país democrático? Son preguntas que parecen encontrar un vacío para responder.

Nuestra independencia se inspiró en la revolución francesa y las acciones de Estados Unidos. Por desgracia, la población de la Nueva España fue educada para “callar y obedecer, no para opinar sobre los asuntos del reino” … en los tiempos actuales el efecto no ha desaparecido, además los intereses personales siguen imponiéndose al bien de la sociedad.

Si a todo ello le sumamos los desencuentros personales, podremos comprender los sucesos que se han vivido en la vida de nuestra nación. En el movimiento libertario la confrontación de Allende contra la decisión de Hidalgo de avanzar para tomar la Ciudad de México.

México ha pasado por caciques y tlatoanis que son ungidos por los dioses… en la Colonia el papel de los evangelizadores misioneros y redentores del pueblo atrasado fue fundamental para construir lo que somos hoy. La invasión francesa fue un desencuentro entre las logias conservadoras y liberales (ganaron los liberales) que no impulsó ningún camino para el progreso. De esa confrontación, surgen dos presidentes liberales: Benito Juárez y Porfirio Díaz, los cuales se contrapuntean bajo la bandera de no reelección.

Madero y su movimiento revolucionario de 1910, encontraron, en una población de 15 millones de habitantes, más súbditos del Señor presidente que ciudadanos con deseos de construir una nación. Buscando perfeccionar la situación, los generales Obregón y Calles “implantan” la corrupción como parte del sistema gobernante para apaciguar a la población.

Los ciudadanos mexicanos mayores de 30 años, fueron educados y desarrollados en la simulación… no creían la decisión de Ernesto Zedillo de entregar el poder a la oposición… los súbditos se encontraron en la orfandad.

Algunos cuantos comprendieron el suceso como parte del proceso democrático que el país vivía, era el momento de construir un mejor mundo para las nuevas generaciones, era la gran oportunidad… otros vieron que la realidad debía de mantenerse y tener un pueblo en el servilismo, el cual debía respetar (sin pestañear) las decisiones del gran presidente, debían de mantener el poder. Las decisiones políticas son más importantes que el bienestar y mejores oportunidades que la población de 120 millones de mexicanos merecemos. Se trata de seguir operando en lo oscurito.

Por el bien del México moderno, ahora la sociedad civil está más preparada que la clase política para defender y gestionar el país que deseamos basados en la democracia, en la unión de los ciudadanos (sin diferencias) y con un plan nacional para construir el progreso de la nación que todos deseamos.

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