Gabriel Torres
Nuestras caras son la presentación que tenemos hacia el mundo exterior, son juzgadas por su color, sus formas, su textura, si tiene arrugas o no, estamos acostumbrados a juzgar los rostros tan a la ligera que jamás nos preguntamos que nos pueden decir.
La información de las caras de nuestros amigos, familiares y demás personas que nos rodean es valiosa si sabemos interpretarla. Imaginemos las posibilidades de saber si un hombre es sensible, las mujeres sin duda estarían interesadas en esta información, para los hombres de negocios, saber cuál individuo de la reunión es el macho alfa, al que todos seguirán es más que vital, ya que se puede enfocar solo en él y convencerlo, así se gana al resto del grupo, saber si alguien es competitivo o irascible, si es perfeccionista o no, es necesario para un ejecutivo de adquisición de talento humano.
Todos estos rasgos están grabados en las facciones de nuestra cara, de todos, no importa de donde vengan, si se parecen físicamente o no a sus padres, existe una cantidad considerable de información que podemos interpretar.
La lectura facial no es nueva, en China hace más de 1000 años se comenzó esta «ciencia», los griegos también interpretaron los primeros rasgos corporales y los relacionaron con la personalidad como lo hace la teoría humoral de Hipócrates. El desarrollo de este conocimiento se ha convertido en una forma que aunque no es difícil de aprender es necesario tener una voluntad sobresaliente para poder llevarla a cabo.
En la sociedad actual las relaciones personales se han vuelto una paradoja en sí mismas, ya que no representan nada personal, muy por el contrario son completamente impersonales, las ventajas de un lector facial son más que evidentes, pero trasladar éste conocimiento a otras instancias puede ser más que perturbador dependiendo de la manera en cómo se utilice, también resulta conveniente interpretar la personalidad digamos de un político, las encuestas se inclinaría sin duda por aquel que la gente supusiera tiene una mejor personalidad para dirigir un país, un estado o un municipio. En la siguiente oportunidad daremos ejemplos claros y precisos de políticos y su manera de ser y pensar. Así mismo es interesante saber que los cambios que tengamos en nuestro rostro van modificando poco a poco nuestra personalidad. Ningún cambio de nuestra cara pasa desapercibido en nuestra manera de ser, es por eso que en este espacio vamos a dedicarnos al estudio de diferentes personajes que fueron son y serán importantes en la sociedad. De manera muy personal considero que el estudio de la conducta humana está siendo ignorado, los psicólogos de nuestro país no tienen trabajo y tenemos una sobrepoblación de casos dignos de estudio que nos ayudarían a tener una mejor sociedad.
Por otro lado, y quizá más importante es nuestro propio rostro, vernos al espejo y poder entender realmente quiénes y cómo somos, sacarle provecho a una personalidad que muchas veces es negada, puede ser inmensamente liberador y una ayuda fundamental para restaurar el amor propio, entender que mis orejas grandes son una poderosa arma, que mis cejas pobladas son un símbolo positivo ayuda a la aceptación y el respeto de uno mismo. Las consecuencias de no aceptarnos, de ser ignorantes de nuestro propio potencial nos han condenado a no ser quien deberíamos ser, no trato de hacer una reflexión psicológica o filosófica, pero a menudo estamos avergonzados de lo que somos pensando que si cambiamos podemos ser más queridos, aceptados o respetados, el encuentro con nuestros propios atributos puede ser lo mejor que nos pase en la vida.
1 Comentario
El estudio del rostro analiza los rasgos faciales en relación a la personalidad. Aunque esta disciplina carece de una base científica, es innegable que el rostro refleja gran parte de la personalidad. No se trata de afirmar una relación absoluta entre un rasgo fisiognómico y un rasgo de la personalidad, pero algunos rasgos de nuestra cara pueden ser indicadores de nuestras actitudes, experiencias y gustos, así como de la influencia del entorno sociocultural.
No es tanto cómo estos rasgos faciales muestran nuestra personalidad, sino cómo estos rasgos son percibidos por el resto de las personas. Al comentar del rostro, se debe tener una fuerte formación en el mismo y, sobre todo, no caer en comentarios simplistas.