Ser agradecidos para vivir mejor

Ser agradecidos para vivir mejor

Araceli Ortiz de la Rosa

Directora general de licenciaturas

Instituto Irapuato

En estos años de pandemia hemos estado inmersos en situaciones atípicas, inciertas, cargadas de pérdida, de ausencia de lo conocido y de una necesidad constante de adaptación para vivir de formas que no conocíamos.

Y es este contexto la mejor oportunidad que encuentro para retomar el significado y valor de una palabra que nos ha acompañado desde siempre y que pareciera que se nos educa en ella, pero de la que no necesariamente somos plenamente conscientes de la importancia que tiene en el mundo en el que vivimos y convivimos, me refiero a la gratitud.

Desde la psicología positiva, la gratitud es una fortaleza humana que al practicarse provee de conexiones significativas con nuestros semejantes y por ende con nuestro entorno, genera emociones positivas y placenteras que nos sirven para enfocar nuestra vida y tener un lente distinto y más optimista para vernos y ver a los demás.

El ser agradecidos de manera consciente propicia emociones positivas y nos lleva a un estado de bienestar personal lo cual como seres integrales que somos da beneficios a nuestra salud física, mental y emocional.

Como mencioné al inicio, casi siempre nos educan para decir “gracias”, sin embargo, practicar la gratitud va más allá de eso, se refiere a reconocer, darnos cuenta en atención plena de lo que es tener algo que otro no posee y quizás necesita, como el valorar cada día estar vivos, sanos, cuerdos, facultados, etc.

Investigaciones realizadas en el campo de la psicología han mostrado que cuando apreciamos los aspectos materiales y no materiales que nos rodean y reconocemos lo que recibimos se generan varios efectos en nuestro ser interior que nos ayudan a vivir mejor, algunos de ellos son:

  • Cuando agradecemos sinceramente, generalmente sonreímos y solo al sonreír liberamos endorfinas, droga endógena del bienestar que mejor contrarresta el estrés, considerado actualmente un detonante poderoso de enfermedades.
  • Por otra parte, la gratitud tiene capacidad reparatoria ante la adversidad, es decir, el ser agradecidos nos permite enfrentar de mejor forma los problemas y ello conlleva a tener un enfoque positivo donde se hacen presentes la responsabilidad, empatía, afiliación y capacidad de reconocernos en nuestro entorno como parte de él, todos elementos indispensables ante una situación adversa.
  • La gratitud facilita el comportamiento pro social y aumenta la posibilidad de prestar ayuda desinteresada a los demás avanzando así hacia la gratuidad, cualidad humana de dar sin condición, de hacer el bien sin buscar un beneficio.
  • La gratitud nos ayuda a enfocar la mente de manera positiva y ver nuestra realidad de forma más productiva, con mentalidad de abundancia y no de escasez; además al pensar en abundancia estimulamos la creatividad, la cual es componente importante de la productividad.

Tenemos entonces razones suficientes para hacer de la gratitud una práctica cotidiana, tal vez nos lleve un minuto hacer un pequeño ejercicio de gratitud al levantarnos cada día, pero al practicarlo diariamente y agradeciendo de manera específica por lo que se nos ha dado, enfocamos nuestra atención hacia nosotros ayudando a nuestra mente, nuestras emociones y propiciando bienestar.

Seguramente todos tenemos ejemplos diversos de experiencias propias y ajenas durante esta pandemia en las que un gesto de gratitud, el dar y recibir hizo más llevadero el encierro, el aislamiento, la enfermedad e inclusive la pérdida física, material o emocional y eso nos ayudó de alguna forma a adaptarnos mejor a la experiencia.

Podemos por ejemplo dar gracias por la oportunidad de estar con nosotros mismos, por tener espacios de diálogo interno, de apreciar lo valioso que es el estar con nuestros seres queridos, de aprender nuevas formas de comunicación, de convivencia, trabajo, etc., en lugar de darle un enfoque negativo y pesimista por cómo la hemos pasado desde entonces.

Agradezcamos siempre, desde la conciencia, lo que somos, lo que tenemos e incluso de lo que carecemos, regalemos a los demás ese gesto de reconocimiento por ser y estar en nuestra vida porque todo nos construye y nos transforma como personas y al hacerlo  damos un significado agradable a nuestra existencia y le brindamos a nuestro bien común, a nuestro entorno un toque de esperanza, pues como lo expresó el papa Francisco en la audiencia general del 2020, «El mundo necesita esperanza y, con la gratitud, transmitimos esperanza porque si somos portadores de gratitud, también el mundo se vuelve mejor» (Papa Francisco, 2020).

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