Mario Felipe Cervantes Villegas- Analista político
Ricardo Monreal ha dado mucho de qué hablar las últimas semanas, no solo por levantar la mano para contender por la presidencia de la República y no ser tomado en cuenta por el mismo AMLO, sino que en estos días Ricardo votó en contra del Plan B de la reforma electoral aun siendo coordinador de la bancada de Morena en el Senado.
El zacatecano es un personaje polémico, pero hay que reconocer que tiene experiencia al momento de hacer política, pero sobre todo demostrando que los verdaderos políticos no solo luchan por sus intereses sino que también luchan por sus “ideales”.
Monreal se justifica diciendo que al ser Doctor en Derecho Constitucional la reforma vulnera la Constitución y va en contra de lo que enseña y predica, muchos lo pueden interpretar como una táctica política para buscar lugar en la oposición o negociar y reconciliar con Morena.
Pero hoy personalmente se la compro al Senador Monreal, y la verdad es que vivimos en un país donde muchas veces los ideales son aplastados por los intereses dejando atrás lo que hoy en día es una carencia de los líderes mexicanos que realmente luchen por sus ideales y sean firmes en sus decisiones, sin temor a ninguna represión de ningún tipo.
Hoy los servidores públicos y las nuevas generaciones deben luchar por sus ideales, pero lo más importante: ser congruentes con sus acciones.
Rebeldes con causa hacen falta por montones en este país, que no se dobleguen a un sistema o a un grupo opresor, es importante ser inclusivos y tolerar, los nuevos actores de cambio deben ir en contra de la imposición, dialogar pero sobre todo luchar por sus ideales, no venderse y mantenerse de pie siempre y cuando sea en beneficio de la sociedad.
Es difícil luchar por tus ideales en este país, donde hoy vemos cómo la lucha atenta contra la vida misma de los que se expresan sin censura, los congruentes, los que no se venden como lo es el periodista Ciro Gómez Leyva; no es una tarea fácil. Pero es algo digno de reflexionar.
Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!