Otra guerra mezca de política y religión. Odio y fanatismo

Juan Miguel Alcántara Soria
Inició otra guerra el 6-7 de octubre. Hamás, grupo terrorista que controla Gaza -franja de Palestina- atacó a civiles en Israel: Asesinaron a 260 jóvenes, en festival musical, secuestraron a cerca de 100. Masacraron a 40 bebés, incluso degollados, y a sus padres y abuelas, en kibutz –granjas-. Invadieron decenas de ciudades. 1,300 personas muertas en primera semana. Víctimas, son muertos y rehenes norteamericanos, tailandeses, franceses, argentinos, ingleses, chilenos, ucranianos, canadienses, peruanos, alemanes. 2 mexicanos rehenes. El peor ataque contra civiles. 1,500 palestinos muertos, también.
Hamás es un movimiento islámico, fanático-religioso, fundado en 1987, para crear un estado islámico (no laico) en Palestina, con Jerusalén como capital, que eliminaría al estado israelí -creado por la ONU en 1948- y su población. Fuerza paramilitar nacionalista-islamista, financiada por Irán (también estado islámico, gobernado por clérigos chií). Pretenden que la yihad, guerra santa, sea forma de llegar al paraíso. Invocan el nombre de Alá en vano; educan para el odio y la muerte a población aterrorizada. Gobierna Franja desde 2006; no la Autoridad Palestina establecida en Cisjordania, con la que está en conflicto.
La cuestión, harto compleja, debe analizarse partiendo de reconocer que Israel tiene derecho de existir; y que el pueblo palestino tiene derecho a vivir con su propio Estado. Entendiendo que “Hamás no es Palestina, ni Palestina es Hamás”.
La Autoridad Nacional Palestina defiende la resistencia no violenta, ante la política israelí de no renunciar a la ilegal ocupación y colonización de más territorios palestinos. Antes fue la OLP, dirigida por Yasir Arafat, que mudó, luego de negociaciones en Oslo, y derivó a Autoridad. Los Acuerdos de Oslo, de 1993, se estancaron. En 1995 asesinaron a Isaac Rabin. Oportunidades desperdiciadas ayer, y hoy: de Biden y Arabia Saudí. O dinamitadas por extremistas de todos lados. El gobierno de Netanyahu, extremista irresponsable, bloquea en Gaza a 2.3 millones de personas, de agua, electricidad, alimentos y combustibles, Informó a ONU que 1.1 millones de palestinos deben reubicarse en 24 horas. Castigo colectivo violatorio de derechos humanos, “crimen de guerra”. Catástrofe humanitaria ya. (Egipto con frontera con Gaza sería vía. Pero sin buena relación con Hamás). La ONU condena asedio, y pide acceso para dar ayuda humanitaria y evitar catástrofe.
Por acá, el dictador Maduro se manifestó a favor de Hamás, y gobiernos de Cuba o Colombia. El de México se exhibió esquizofrénico. Por un lado, la canciller expresó: «México reconoce el derecho a la legítima defensa que asiste a Israel, el cual debe regirse por las condiciones establecidas en el derecho internacional. Asimismo, condena el uso de la fuerza, independientemente de quien provenga, principalmente cuando los objetivos han sido civiles, en franca violación al derecho internacional humanitario». Y por otro, López Obrador, ignorante de diplomacia y del mundo exterior, asume postura “neutral”, contradictoria. Cómplice con Hamás por anteojeras ideológicas.
La interdependencia -para bien o para mal- como hecho, como obligación y como opción que experimentamos las personas, en casa, en nuestros países, y los países en el campo internacional, marca “la importancia decisiva del bien común del género humano como valor determinante, razón de ser y justificación de la vida internacional” (E. Glez. M). La eficacia y la fuerza coactiva de la autoridad mundial, la ONU, dedicada a gestionar el bien común de la humanidad, es exigencia desatendida: grave debilidad de la comunidad internacional. Pertenecer al género humano, y la conciencia de ello, tienen prioridad sobre la conciencia nacional, o la conciencia de clase, raza o sexo. No mezclemos política y religión. Enemigo común es el fanatismo, extremismos en todas sus expresiones. ¡Que entre judíos y palestinos florezca la paz, lo más pronto posible!¡Acá, entre nos, también!

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